18.8.08

Un brindis de piratas

Los viajeros sólo desean llegar y partir de los puertos, nunca permanecer. En los puertos, la vida es una aburrida parodia. Hay pianistas, payasos y toda clase de inventos para entretener a los que viajan. Hay amores para acompañar la soledad y juegos dramáticos para perder el tiempo.
Al atardecer de los sueños, el marino siempre se asoma a esa mágica sensación de que la vida empieza al borde del abismo que separa los mundos. El mundo de los muertos que parece vivir y el mundo de los vivos que simulan estar muertos.
La aventura es más allá, en el Mar de Nunca Jamás, donde Alguien nunca se olvida que es Nadie. Al marino no le interesan las noticias que circulan en la Tierra de Siempre. En esa tierra, la realidad son modas que el tesorero acumula en los cofres de la ausencia.
Todos los días nos vemos obligados a escoger entre ser el guerrero-pirata-loco-extraterrestre o ser el lame-mocos que solo quiere casarse-escribir el libro-alquilar el depto-comprar marihuana para llenar de escombros su vacío.
Es más cómodo viajar en sillas de ruedas en la autopista de las emociones controladas. Es más cómodo que andar rengueando por caminos desconocidos. Es mas cómodo internarse en el asilo de las costumbres que seguir recorriendo nuestro miedo a la oscuridad.
(...)

Enrique symns

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