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Y ahora, en el medio de una estampida de vasos rotos y noches
de tipear con los dedos lisos,
con los pies que me quedan libres me agarro la cabeza
y digo ¡Oh, no!
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Y adentro los vasos sanguíneos se dilatan y dicen ¡sisisi!
Porque todo es armonía, no importa
lo demás.
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